domingo, 24 de septiembre de 2017

La crítica.


Es evidente que todos nos criticamos de vez en cuando cuando cometemos algún error.

El término crítica puede tener una connotación negativa, si bien es cierto que ésta tiene una función: nos permite darnos cuenta de nuestros errores, así podemos llegar a aprender de ellos.

La crítica es, pues, necesaria y útil. 

Pero otra cosa es la crítica patológica, esa voz interior que no nos abandona en ningún momento, que suele juzgar, culpar, comparar, y todo, casi siempre, en términos negativos.

El sentimiento que suele acompañar a este tipo de crítica es la culpa o la depresión.

La crítica destructiva lleva tanto tiempo con nosotros, que siempre la creemos. Su lenguaje es negativo, nunca alaba, no nos hace sentir bien en ningún caso, provoca que nos sintamos mal.

Otra de sus cualidades es que es muy intensa emocionalmente, nos toca muy dentro. En ocasiones tardamos en recomponernos días enteros.

No para, no es suficiente con reprocharnos el error puntual, sino que encadena hechos y acusaciones. A veces, incluso nos remite al pasado más remoto, hace un rápido balance de nuestra vida, en la que, por supuesto, todo ha sido desastroso.

La palabra favorita de casi todas las críticas destructivas el "debería".

No debería haber cometido ese error, debería haber hecho ...


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Quizás en un proceso de cambio, lo más complicado sea tratar su fuerte interiorización. 

No nos atrevemos a enfrentarnos a ella porque le tenemos miedo, sólo cuando seamos capaces de separarla de nuestro ser, lograremos vencerla.

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